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POESIA DE NÉSTOR ROJAS

diciembre 11, 2009

POETA NESTOR ROJAS, VENEZUELA

 Correo: nestorrojas44@hotmail.com

 

En la cola del relámpago

 

Néstor Rojas


Todo no es más que ilusión

Las cuerdas todavía vibran como cuando el comienzo

aunque los caídos vivieron su tiempo y ya no vuelven.

Todo en verdad cae de bruces,

se hace nada volando hacia el punto más negro,

tan brillante en el fondo que la luz se oscurece

y gira en la cola del relámpago devorándose

y acaso nadie sabe al fin para dónde regresa

cuando deja la tierra, si es que sube o baja

porque el universo es una membrana elástica que se roza

o se cruza una y otra vez

y es así como todo comienza:

aquí y allá en los predios del sol o más lejano,

en lo oscuro, en lo más profundo donde todos caemos,

ya despojados del aroma terrestre, sin cajón ni cristal, 

sin tacto aunque las manos tocan los extremos,

sin boca aunque del alma salen los quejidos.

 

 

Resuello

A veces el alma se quiebra, desde afuera, errada y rota por los codos

y da vueltas apartada del camino que siguen las ovejas sin salirse del rebaño.

A veces uno se cansa de girar como gitano en la nave sin timón,

pez solar en la pecera de los altos ministros celestiales.

Y vive uno un día sí y otro no como avestruz, largo el cuello como si fuera jirafa,

estirándose hacia allá donde todo es estrella

o sombra de una estrella ya ardiendo por los pelos

y áureo sueña en la fauces del dragón que nadie ve,

pero está allí mordiéndose la cola, gira que gira a la velocidad del relámpago,

tan veloz que todo se deshace y o se hace polvo estelar

mientras aquí en este punto blanco del mundo yo voy como encantado,

en la boca de Lesbia que ríe y se estira sinuosa, muy tentadora ella

llamándome otra vez al pecado.

Y pocos saben que apenas comienza el espectáculo:

la catira y el perverso en el vértigo a punto de volar,

de volarse de lo que jamás subirá,

porque lo que sube más temprano que tarde termina cayendo

y eso lo saben los más estrechos de miras en su propia prisión.

Un día llega cuando la sangre abandona los vasos terrestres

y el alma sale del cuerpo en busca de su jardín de flores.

Yo por ejemplo he pasado la edad de las orugas y quiero ser yo mismo de otro modo,

desde adentro mirar hacia fuera haciendo corrección de mis vicios:

palabra por palabra pronunciándolas bien, moviendo mi lengua ortopédica

para que adquiera el arte de la pronunciación,

letra por letra para corregir los defectos de la vista

y dar con los verbos respectivos de la normalidad,

entre líneas o corrientes sigo zigzagueando,

en caídas alternas oscilando

página por página, desde la última hasta la primera.


 

La urna da vueltas para todos

Cuando un solo hombre no encuentra dulce el sabor de los festines:
¿para qué entonces intentar alargar el tiempo de vivir

si mientras hablamos huye el tiempo impalpable hacia ninguna parte?

Cuando todo es incierto e inmenso es el hueco del alma:

¿para qué esperar sin ansias las flores del mañana si más tarde o temprano

ha de llegar la hora que nos embarcará a todos al desierto?

Todos terminaremos en el mismo lugar.
Mejor será a la sazón aceptar lo que venga, ya sean muchos los inviernos

o largos los veranos que el destino nos conceda,

ya sea éste el último momento que vivo contigo,
terrena de mar y cielo en los ojos.
Mejor será, antes que hacer otra cosa más inútil, besar tus labios recién pintados,

beber la vida de tu boca escarlata

y meterme en el breve espacio de tu cuerpo que es toda mi casa.
Contigo el día lo vivo alegremente

sin fiarme del incierto mañana.

 
 
Lo que no pudo ser
 

 

Lo que no pudo ser comienza con las aguas:

no es el fuego en la cola del relámpago lo que quema los sueños.

No es lo frío en la cavidad de la boca, hija del deseo, lo que congela la sangre.

Lo que no huye es más duro que la piedra, ya sin ánimo ni éxtasis.

Lo que yace sin alma en el suelo está como rendido o cansado.

Lo que vivió ya muerto se hace tierra.

El camino fue largo

y larga será la caída desde los altos cielos.

¿Quién triunfa en la casa del tiempo,

tan voraz que no cesa de estar en todas partes?

 

 

Polvo

Uno mismo es el viento que viene

y a otra parte se va.

Como semilla

a veces

lo que somos

vuela por los aires.

Como soplo

el alma se deja

y ya en el aire

se hace aire.

 

 

Lo sagrado

El misterio es la puerta de lo que no se ve.

¿Quién descifrará el acertijo que esconde la palabra

que nadie ha dicho jamás?

Lo oscuro es la profundidad de lo que mucho brilla,

la forma sin forma que se oculta en su propio resplandor,

el canto escondido en el fuego del silencio,

lo invisible que el aura delata.

Lo sagrado es la nieve de lo que permanece,

el beso en la sangre atado al aire,

el soplo en la cola del viento,

lo hermoso que será develado,

la vida aquí o allá que siempre se mueve.

Nuestro destino está escrito mucho antes de nosotros nacer.

 

 

Todo es aire

Todo es polvo en la boca de Dios.

Sobre la tierra lo misterioso nunca se detiene:

Echa raíces, florece

y se alarga

buscando siempre la luz.

En invierno la tierra bebe el agua de los cielos.

Las semillas se abren.

Suben las espigas

entre piedras y retamas

hacia el sol

y vuelven otra vez

a echar vástagos las plantas que perdieron sus hojas.

 

 

En la línea del sol

Como un pequeño dragón fabuloso por la lengua,

el sol abrasa todo lo que veo.

Dentro de mis ojos el fuego se agita y sacude su ramaje escarlata.

Sé que la vida no se detiene en los arrecifes de la oscuridad.

Lo que vive devora lo que morirá.

Por un hilo de agua comienza la abundancia

y  nada termina:

todo es un incierto viaje hacia arriba y hacia abajo.

Uno va y viene llevado por la corriente,

arrebatado, 
sin dioses,

en la cordillera de la soledad.

 

 

Sólo lo invisible es eterno

El silencio nos hace fuerte cuando nada deseamos.

En el vuelo de los pájaros del atardecer

puede estar el fin de nuestros días.

En esta orilla que el tiempo deshace,

vivo el instante tal como se viene: a veces apacible

y en ocasiones aireado por los céfiros alegres.

Sé que los dioses nos tienen asignados las mejores cosechas de la vida,

pero también los momentos más tristes.

Esa es la ley que nos gobierna a todos.

Rápido reparan las lunas sus mermas en el cielo.

Mas nosotros, en cambio, una vez que hemos caído,

polvo somos de una sombra.

 

 

Todo es un hueco

Todo es hueco: hueco en el aire o en el mar, 
hueco el cielo y cavidad en todas partes.

Hueco el cosmos conteniéndonos,

Hueca esa vulva celeste siempre abierta.

Todo es hueco en el vacío silencioso.

Hueca es la conciencia del hombre cuando calla,

Hueca la tristeza del alma, hueco el mundo que se hunde

sin saber que se hunde,

hueco el tiempo que devora los años,

hueca la muerte cuya voz lleva el viento.
¿Será que Dios, mi Dios,

el más oscuro de todos los misterios, 

mi Padre más cercano, es hueco también

o se hace hondo cuando más hueco me pongo? 

 

 

Ejercicio de la cuerda

¿Qué hay debajo del párpado: acaso aire o cielo en lo oscuro?

Me haré viento, música en el viento, polvo con alma cuando llegue la muerte,

hueso no seré aunque me trague la tierra o me quede

en la roca para que el tiempo me borre, porque todo se borra:

lo que está dentro o afuera, lo que entra o sale en el parto, la escritura babilónica,

esta mano moviéndose en cada una de las letras,

tejiéndolas día y noche en el telar secreto:

hebra tras hebra el hombre va armando el universo,

la partitura de Dios, el encantamiento, el juego de las palabras

en perfecto acorde que parecen que vuelan, dejándolas escrita, dejándolas,

verso tras verso en la tensión con ritmo de cítara,

tocándolas para que suene su música, arpa de los dioses,

cuerdas arriba o abajo, muchas cuerdas impulsadas,

punteándolas, tensas o vibrando en el aire,
urdiendo el punto, el cielo con sus nubes y todo abierto,

arriba y más allá, abierto en lo claro, de una estrella a la otra,

de una rosa a la otra y en todo lo que vemos: el mundo entero abierto a la fascinación,

revelado o puesto videncia, todo ahí transparente,

recién despierto, nombrado, lo blanco saliendo de lo oscuro, esa eternidad,

ese cosmos de seda pleno de almas que vuelan

lo simultáneo tan veloz como luz, ala áurea en pleno vuelo.

 

 

El Tabernero

Entre el humo de agria fetidez, el ojo se acostumbra al vacío.

Cuando el alma es un grito desgarrado en plena noche,

a qué mover el cuerpo que no habla, a qué vestirlo con tanta pompa y glamur.

Mejor quedarse quieto si una bala un día detiene su crecimiento.

Hoy los caminos no son tan apacibles ni tan calmos los nervios.

¿De quién es esa oreja sangrando y atrapada en su muerte,

de quién esos labios arrancados de cuajo?

¿De quién ese cuerpo tirado en la calle, esa pestaña de pobre prostituta

ya caída y  media envuelta en el aire?

¿Qué se ve de lo ciego, sin anillo ni gozne? 

Nada queda para la observación: ni perno ni el horno,

todo sale de su quicio con sangre.

El salteador más antiguo anda en sí bullicioso, cambiando tizne por lumbre,

Todavía en auge y en tiempo de miserias.

Pero, el Tabernero no bebe solo en la mesa de mármol:

Los que jamás volverán se embriagan por última vez:

cuánta cháchara dicen en el oscuro retrete de la perdición,

libres ya de la inmortalidad.


 

La primera piedra del templo

 “ El habla es plata, el silencio oro.” Proverbio alemán 

Uno se acostumbra a los últimos días.

Se acostumbra a callar,

a cerrar todas las puertas.

Se olvida, con mucha frecuencia,

que los puñales y las lanzas

no son tan afilados como las lenguas.

Con el tiempo, uno aprende a espantar la vejez.

Pero nunca logra entenderse:

Tanto ladrar para nada decir.

Cómo olvidarse de todo lo que se piensa.

El comienzo de la sabiduría es el silencio.

 

 

Avaricia

No es vela de junco lo que se quiebra allá fuera,

ni árboles azotados por el viento aunque crujen sus hojas.

No es alma bermeja la que grita en la calle,

aunque muchas a esta hora oscura se escapan a los cielos.

Eso que apesta en las manos del mundo es la avaricia mordaz,

el tatuaje en la piel añublada que se tuerce,

a veces como tótem o áureo carnero presidiendo la fiesta,

donde todos se dan a la lujuria de amarse porque nada es más breve que la vida,

que apenas si deja beneficios.

Será por eso que siempre nos entregamos a la inútil vanidad de tener

y nos lleva ese afán desordenado de poseer cosas

y acumular riquezas para atesorarlas.

Quien guarda lo que no gozará, pierde el esfuerzo vanamente.

La vida cruje adornada con borlas para que se vuelen las ganas de vivir.

Llegará un día que nuestros recuerdos serán nuestra única riqueza.

 

 

Posee sólo aquello que no puedes perder en un naufragio

Quien regresa se arriesga a quedarse en la periferia de los recuerdos.

El tiempo que vivimos jamás volverá, aunque lo recordemos.

El que mira hacia el pasado se detiene como estatua de sal

entre muertos, cruces y lamentaciones.

A veces, el que va retrocede temeroso de seguir,

acosado por la incertidumbre.

El errante de sí mismo siempre habla de un viaje,

del último que está por hacer o del que todavía no ha hecho.

Cada salida es una entrada a otro lugar desconocido.

La vida misma es un viaje que corre el riesgo de tropezar en el mismo camino.

De acuerdo al sabio, el que no vive para viajar no sirve para vivir.

Pero, también aconseja: si no sabes a dónde vas, no vayas.

Yo he vivido más cosas de las que recuerdo

y recuerdo más cosas de las que en este mundo he visto.

Cuanto más lejos dentro de mí he ido, más cerco me siento.

En verdad la partida siempre tiene retorno.

 

 

Grafitti escrito en el muro del olvido

Un día olvidé que la voz demorada en el tiempo nunca se recuerda.

Que la memoria, según recuerda Plotino, es para los que han olvidado.

El olvido es la única venganza y el único perdón.

Un día me perdí en el olvido tan pronto como cerré los ojos

y olvidé el pensamiento que palpa lo desconocido.

Olvidé la palabra que lleva a recordarnos

y de tanto andar en la periferia de la vida me hice tan obvio,

que casi muero en la misma superficie del hastío.

Dejé de pensar en mí mismo.

Una noche intenté borrar las huellas que permanecen latentes

en el alma infinita, pero no pude alejarme de mí.

De todo eso aprendí

que lo mejor de la vida es lo que todavía no has vivido,

lo que te espera adelante.

Puedes llegar despacio o tomar un atajo porque tienes prisa.

Recuerda que la vida siempre termina por acabarse de cualquier manera.

 

 El incontenible universo

Entre lo que vemos adelante y lo que se halla detrás,

de este lado o del otro está lo verdadero,

lo que todo lo abarca:

eso invisible que teje el  universo,

péndulo entre el hombre y su sombra,

soplo resuelto en la unidad que no es otra cosa que la diversidad,

expresándose de manera rotunda o en forma simbólica,

numeroso y uno, sostenido en sí mismo,

dueño de la cábala donde el azar es ley,

el eterno presente vibrando en el instante o el tiempo circular,

la espiral o serpiente mordiéndose la cola,

ese espacio que extrapola el laberinto,

ese ser que anula y acuña al individuo acosado por la muerte,

supremo conductor de nuestras vidas y más atrás de todo lo anterior:

el punto clave, el centro que de nada cuelga,

el origen del mundo,

múltiple,

espacio y tiempo a la vez,

agujero de la oscuridad,

simultáneo,

manifestándose en uno y ya en el otro.

 

 

Cronos

El tiempo engulle lo que existe y será:

da el tiro de gracia a la agónica cabeza de lo nuevo:

El instante consume lo poco que queda de nosotros

y nada se consolida: se deshace tanto la piedra que resiste

como el cuerpo ya envejecido que cae.

La hora que llega pronto se va:

pero termina ajada, abandonada en el desván de las cosas que no sirven.

El instante es la otra noción del universo: síntesis de la invención y la sorpresa.

Por eso

la palabra es la propuesta para vencer la muerte.

Hay que escribir para pasar entre las dos orilla,

aunque el tiempo siempre se hace cargo de todo:

propicia el roce de la piel entre los talismanes,

el sahumerio en el portal de los santos,

la noche y el día, el sueño y  la vigilia.

Pero todo aparece bajo el designio de la magia:

la poesía es la sal de los designios

o mandato de los altos poderes que prefigura el verdadero sentido

de nuestra búsqueda y lucha contra la inevitable voracidad del tiempo.

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